LOS COMENTARIOS

To the Happy Few: espero que estos comentarios y las otras ideas o divagaciones que siguen en la bitácora presente puedan ser de alguna utilidad a quien quiere seguir o ya está en este oficio o carrera de las letras, ya porque sea muy joven y no tenga a quién acudir, o ya porque no siendo joven de cuerpo sí lo sea de espíritu, y desee o considere que es adecuado, con toda llaneza, combatir de este modo que ofrezco el aburrimiento...

Las reglas de uso que propongo al usuario son simples: que tus comentarios busquen la contundencia de la piedra lanzada y suspendida en el aire, buscando allí afinar la idea.

Deseo también que estos pequeños dardos de este diario personal que aquí inicio sirvan como disparadero de ideas para otros proyectos ajenos destinados a otros espacios.

Por último, los diálogos que se produzcan los consideraré estrictamente privados. Y no es preciso poner punto final a los mismos, pues incluso los ya transitados pueden recrudecerse pasado un tiempo.

lunes, 21 de julio de 2014

Planes de Retiro. Antonio Pérez.

Es la edad madura, todavía no provecta, amigos, que no perdona, y será la enésima crisis de un país que no sabe adónde ir, de un continente que no sabe ser más que geografía, y también de cuerpos muy cultivados y de ánimo sombríos, alojados estos últimos en algún furtivo intersticio de esos que buscaba Servet para conectarnos a todos con el Universo. 

Será algo de todo esto, un combinado de spleen servido a deshoras, en una barra mal iluminada, -mejor-, y bien cargado de esa melancolía que sacudió a Petrarca y que le llevó subir el Mont Ventoux, para entre riscos, encontrarse. Y de paso, fundar, así dicen los críticos, el espíritu curioso de la modernidad, y gracias a ello hasta esa cumbre mítica de la literatura del Renacimiento han llegado hoy hasta los ciclistas del Tour de Francia. 

En fin, que por todas partes oigo hablar y comentar a los amigos de planes de Retiro, y de retirarse del todo si pueden, adónde puedan, que ya la idea del Retiro es suficiente excusa y plan para dejar del todo lo que uno viene haciendo. Y supongo que para no hacer nada más que eso, que en estos tiempos de melancolía descrita, el Retiro se presenta como un fin en sí mismo, sin precisar de más adjetivos ni funciones conectivas con la vida pasada o futura. Se retira uno, o sueña con hacerlo, en cuanto pueda, para nada hacer, para nada seguir haciendo. Y así están las cosas en este julio de 2014: las personas quieren retirarse de la escena; España también quiere jubilarse, y Europa quiere volver a ser sólo continente, retirándose de la pesada escena de los actores internacionales.

Yo no sé adonde se pueden retirar los países, y tampoco sé decir si puedo barruntar qué sea eso de retirarse en lo que toca a las personas. Pero me ofrecen o asaltan dudas, de lo que voy viendo. El Retiro puntual, como el que da nombre al parque de Madrid, es ocasión de parada y descanso para seguir haciendo cosas, a modo de vacación. Es un retiro temporal que permite coger fuerzas para seguir haciendo.
Pero el otro Retiro, el definitivo, y pienso en los que voy conociendo entre amigos, ya sea porque se han quedado prematuramente jubilados, o porque así lo han buscado, asemeja a quedarse colgado en alguno de esos meandros del tiempo, y a poco que uno se descuida, varado del todo, incapaz de seguir navegando, que era la muerte en vida para un heleno de los de antes. El Retiro como fin en sí mismo, sin proyecto para otra cosa, se presenta como un no lugar, un apartamiento o celda de aislamiento social que nos hará concebir ideas excelentes, que, lejos de los límites que impone la ciudad o la moda, fácil será que sean perfectas majaderías que el espejo curvado del Retiro convierta en certidumbres. Y aún algunos las escribirán. 

Los Retiros definitivos no son buenos consejeros. Vivir en el monte, en la cumbre de la montaña, en el convento, en el chalet de la playa o, si no hay suerte, en el apartamento, crea monstruos. Por eso mismo, la mayor condena que se le podía hacer a un ciudadano de la antigüedad era condenarlo al ostracismo, apartarlo de los demás, exiliarlo en alguna isla remota. Y por esta razón Sócrates rechaza los planes de fuga que le ofrecen. Prefiere antes morir en la ciudad que vivir en el exilio, lejos de aquellos interlocutores que para él son la vida activa.

En escuela de retiros forzados y ostracismos, Antonio Pérez eligió otro camino. Las crónicas o "Relaciones de Miserias", así las llama el Secretario de Estado de Felipe II, revelan este proceso de aislamiento y extrañamiento que produce el exilio, y la persecución, en este caso tan desigual, en el que el traicionado Secretario tiene que reinventarse a modo de narración, por no desdibujarse, y perderse en su propia desdicha. En sus cuyas Relaciones, que acabo de leer reeditadas por Renacimiento en Sevilla, escribe en su Prologo "A Todos", [sic], para distinguir este de otros dirigidos a reyes y prohombres: "Porque he entendido que la pasión anda tan cebada contra mí, que aún la sombra me persigue, me he resuelto de descubrirme. Dejen la sombra. Dejen a Rafael Peregrino, que es morder en la piedra. He ahí el nombre. He aquí la persona bien al descubierto".

Antonio Pérez necesita mostrarse, y mostrar su verdad al mundo, y defenderse y defender a su familia y sus Relaciones son un ejemplo de un exilio o retiro forzoso convertido en lucha.  Y así, aunque sea esto, se ve que la vida del retirado es muy larga, y algo hay que tener entre manos, aunque sea un pleito en los tribunales a modo de proyecto..., o una novela con la que soñemos la gloria que nos nos ha dado la vida.